Sinopsis
La ausencia humana da lugar a una colección de espacios que componen una sinfonía urbana de telones de fondo devenidos presencias determinantes. Un paisaje en movimiento centrado en la superficie de una realidad fracturada y vacía que gira en falso.
Sobre su producción
No habrá.
Sobre Materia vibrante
En la tradición de sinfonías urbanas puede que Materia Vibrante sea una post-sinfonía. No retrata el nuevo ritmo de unas máquinas que recorren las rígidas geometrías de las grandes ciudades de principio del siglo XX (metal, cemento y ladrillo), sino que se para frente a ellas desde este siglo que insiste en avanzar. Lo que ve son una serie de incongruencias de todo tipo, un espacio hecho de superficies que no pegan entre ellas. Son en realidad fragmentos de muchas ciudades (unas con ríos, otras con mares), pero bien podrían ser una sola. Entre esas discrepancias que arman su paisaje urbano, Marín encuentra la más tensa, esos segmentos del espacio en los que la naturaleza intenta recuperar los espacios que alguna vez le pertenecieron. La primera imagen de la película captura una idea que se va desplegando por el mapa: un arco romano enmarcado en árboles (quizás un bosque). La convivencia de la naturaleza con lo humano es desesperada cuando el cambio es irreversible. Hecho el daño, es hora de mirar qué formas produce este choque. Los seres humanos dejan huellas magnánimas, la flora y fauna les gana terreno en los intersticios. Hay belleza en ese encuentro fatídico, y hay densidad en lo asombroso y espantoso de esas vistas: una montaña cubierta de casas (o unas casas cubiertas de montañas), una familia de patos pasando el tiempo en un río de concreto, o un cielo claro reflejado en el edificio más feo del mundo.
Lo guía Jane Bennett, que en su “Materia vibrante: una ecología política de las cosas” cuestiona el “hábito de analizar el mundo en términos de materia sorda (eso, las cosas) y vida vibrante (nosotros, los seres)”. Es obvio, pero hay que decirlo: la materia más vibrante de todas es la película. Con esa superficie sensible Marín nos obliga a recalibrar la mirada. Tiene algunos trucos ópticos a su favor, a veces analógicos, a veces aliados digitales, para producir en el ojo una disponibilidad diferente hacia lo que nos rodea. ¿Tienen que ser así las formas entre las que vivimos nuestros días? Es una pregunta que puede parecer abstracta y un poco atemporal, pero es bastante urgente. La consciencia sobre lo que nos rodea ya sea vegetal, animal, o hecho con mano de obra humana entra en esta película por el ojo, para acomodar de a poco las ideas. Si las ciudades son tan artificiales y orgánicas como el montaje, hay algo de esta propuesta de percepción que lleva a pensar la relación entre lo que es y lo que podría ser.
LUCÍA SALAS
Ficha técnica
CP Ninguna
Dir Pablo Marín
P Pablo Marín
G no hay
E tampoco
DF Pablo Marín
M Pablo Marín
DS Pablo Maríni
DA no hay
AD tampoco
V menos
BIO
Pablo Marín (1982, Buenos Aires) es cineasta, docente, crítico y programador. Sus películas se proyectaron en los festivales internacionales de Oberhausen, Rotterdam, Londres, Ann Arbor, Jihlava, además de en el Museo de Cine de Austria, National Gallery of Art, Anthology Film Archives, Pleasure Dome, (S8) Mostra de cinema periférico, Pacific Film Archive, San Francisco Cinematheque, TIE, Bafici, Festival de Cine de Mar del Plata y el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, entre otros.