Sinopsis
Un inventor pobre y la heredera de varios millones se enamoran, con la oposición del rígido padre de ella, que impone a la muchacha un sacrificio a cambio de su ayuda para el inventor.
Sobre su producción
Sobre Valentina
Este film pertenece a la última etapa de la prolífica obra de Manuel Romero, cineasta fundacional del cine sonoro argentino, autor de tangos y creador de la revista porteña. En los textos sobre su filmografía se reitera la idea de que esa etapa es poco interesante, lo que esconde el disgusto de quienes lo estudiaron con la adhesión de Romero al primer peronismo. Esa misma identidad política asumieron al mismo tiempo otras importantes personalidades de la cultura popular, como Discépolo, Hugo del Carril u Homero Manzi.
Valentina no es un film de propaganda sino algo mucho más grato: una comedia desopilante cuya trama se apropia alegremente de una amplia zona del imaginario popular peronista y la naturaliza en la construcción de un verosímil de perfecto funcionamiento romeriano. Lo extraordinario es que Romero fue, en films como Gente bien (1939) o Isabelita (1940), uno de los artistas que anticiparon ese imaginario, así que lo que ocurre en Valentina no es sólo la prolongación natural de las ideas sociales que el director ya había expresado sino el anticipo de lo que está por venir. Si en Isabelita o La rubia del camino (1938) la fantasía de la conciliación social era posible porque Romero creía que los millonarios eran buenos y estaban mal representados por una línea intermedia corrupta, en Valentina los ricos son malvados hasta el final y la única esperanza se traslada sobre sus descendientes, aunque ni siquiera todos. Los prejuicios de clase, el egoísmo, la prepotencia, la facilidad para el destrato y -sobre todo- la condición parasitaria, son todas características de los oligarcas que Romero introdujo desde siempre en su cine pero que en Valentina utiliza de manera más cruda, casi crispada, como si les hubiera perdido la paciencia. En el paradigma opuesto, esta vez sus trabajadores son todos “compañeros” (y dos veces se los llama así), solidarios entre sí por simple pertenencia de clase, cuando antes Romero prefería matizarlos y hasta satirizar mordazmente las pretensiones aspiracionales como en la escena inicial de Gente bien en la que los choferes de distintas familias ricas se identifican hasta el absurdo con sus patrones.
Hay mucho más en el film, que es típico del cineasta: la pareja cómica que sirve de contrapunto excéntrico a la pareja central, con un personaje especialmente deschavetado para esa extraordinaria actriz que fue Elena Lucena; el protagonista motivado o desmotivado automáticamente según se perciba correspondido por la chica; la joven fuerte y decidida (con toda felicidad encarnada por Olga Zubarry) que sostiene escenas cómicas surrealistas en locales públicos, se libra de un matrimonio arreglado y desafía a su propio padre con filosas referencias a los orígenes de su fortuna. Lo que le responden es lo más asombroso y coyuntural del film, por su escasa representación en el cine argentino: “¡Esto pasa por darles el voto a las mujeres!”.
FERNANDO MARTÍN PEÑA
Ficha técnica
CP Lumiton
Dir Manuel Romero
P Gonzalo Palomero
G Manuel Romero
E Olga Zubarry, Juan José Míguez, Elena Lucena
DF Alfredo Traverso
DS José Alberani
DA Ricardo J. Conord
AD José A. Martínez Suárez
V Eduardo Lerchundi
M Antonio Rampoldi
BIO
Manuel Romero (Buenos Aires, 1891) fue un comediógrafo, letrista de tango y director de cine argentino y uno de los creadores del teatro de revista; como letrista de tangos, consiguió numerosos éxitos perdurables a lo largo del tiempo.